Entre el bullicio, se acercó a ella y la abrazó. Una sonrisa dibujó su rostro cuando ella lo estrechó con fuerza. No quería soltarla, por miedo a que se fuera y lo olvidara.
Aún hoy, no sabe cómo ni porqué, pero tampoco le importa. Durante ese breve instante sintió paz.
Recuerda sus manos entrelazadas mientras recorrían juntos el camino de regreso. Un camino que no quería que acabase. Recuerda cuando la vio entrar por la puerta, separándola de su lado.
Sonríe cuando recuerda como lo miraba, como si ella pudiese leer su alma a través de sus ojos. Sonríe al recordar como jugó con su pelo, nunca sin dejar de reír.
Recuerdos de una noche en la cual el mundo casi había desparecido y creía que podría mover montañas y doblar el curso de los ríos.
Recuerda andar con sus brazos rodeándola, haciendo que desee repetir una noche más como esa, junto a ella.
Sólo espera que esa noche no sea la última vez que pueda estar en su compañía.
Espera que esa noche no sea olvidada. Espera que eso no sea un recuerdo, sino el prólogo de algo. Por muchas trabas que el mundo ponga, cree que por momentos de felicidad como ese, merece la pena levantarse tantas veces como sea tumbado.