



8-Bits Never Dies!!
Sentado en mi cama, iluminado por una pequeña lámpara de estudio y con el aire de un ventilador dándome de frente escribo esto.
Quizás los considero mejores, pero tal vez porque los veo con nostalgia. Nostalgia por amigos que ya no veo, por cosas que pasaron, nostálgico por cosas que no pasaron y querría que sí. Nostalgia tal vez por la inocencia perdida, por el niño que murió hace tiempo. ¿Quién puede ser niño en un mundo dónde hasta los hombres son aplastados?
Que viejo me siento a veces. Es como si cargara el peso del mundo sobre mis hombros, como Atlas, que sostiene la bóveda celeste. Tal vez sea miedo. No, sin duda es miedo. ¿Pero miedo a que? A una vida aún por vivir que, por finita que sea, siempre puede ser más. Miedo al olvido, a la no existencia. Miedo a todo… y a nada. Quizás tras estas letras mi alma puede descansar, o más bien desahogarse. Hacer que una a una las lágrimas limpien mis ojos, acaricien mis mejillas y duerma tranquilo.
Sólo la noche es mi compañera, la luna mi guardiana, las sombras mis vigías y el mundo, mi escenario.
“Debo despedirme” Piensa para sí. Sabe que por mucho que la quiera, ella no siente lo mismo. A veces se tortura, pues cree que ambos podrían ser felices juntos. Luego ve cuanto se equivoca. Por mucho que signifique para él, las diferencias entre ambos son grandes.
Así pues, con amargura, guarda en un cofre sus sueños, deseos y esperanza. Cierra el candado con una llave forjada con las lágrimas derramadas. Mira el horizonte, mientras el sol se pone iluminando el mar del Olvido. Respira, mira el cielo pidiendo entereza y arroja el cofre. “Debo seguir adelante. Será duro, y me costará, pero debo olvidarme de tí, aunque al hacerlo muera una parte de mi ser”.
Tras hacerlo, vuelve a caminar por el camino solitario, en pos de un destino aún incierto, con la sensación de haberse arrancado una parte del alma. Se detiene, y mira de nuevo al horizonte. “Debo superarlo. Con el tiempo todo volverás a su cauce. Debo despedirme” Un lágrima recorre su mejilla. Se gira y continúa caminando, con la sola compañía del viento, susurrando su nombre.
“¡Apártate!” grita al viento “Debo seguir adelante” El viento cesa, acaricia su rostro y lo abandona. Él continua caminando, alejándose del mar, pidiendo fuerzas para avanzar. Quien sabe si lo consiguió.