viernes, 19 de diciembre de 2008

Un Último Adiós

Más de uno me decis que soy el galliard, el bardo de la manada. Vago, me dirán algunos, pero bardo al fin y al cabo. Pues ahora, a las 19:27, escribo desde el trabajo el que sea el último canto aese sentimienot que todos conocemos, y que cansado ya, no quiero pronunciar. Al menos por un largo tiempo, pues nadie sabe lo que las Nornas escriben en el tapiz del Destino.

Corro, guiando mis pasos a lejanos valles y montañas. Buscando un mar donde embarcarme a un destino aún por definir, escapando de un sentimiento que antaño me dio felicidad, aunque en la mayoría de las veces pena y tristeza.
Cuatro letras que forman una palabra que mis oídos intentan no percibir y mi corazón lucha por expulsar.
Basta de tormentos, basta de desengaños. Estoy hastiado, cansado de no saber nunca si el barco donde mis esperanzas viajan llega a buen puerto. Quiero sacar de mi alma ese sentimiento por el que tantas veces he derramado lágrimas. Quizás ahora no fuera como otras veces, no hubo tiempo para ello, y sin embargo esta historia tiene regusto a fracaso. Una sensación que tantas veces mis labios han probado.
Palabras que nunca debí decir, que nunca debí sentir, fueron dichas una vez más, dando paso a la agonía de enfrentarme al día a día en soledad.
Al abrigo de la noche, una vez más debo aullar a Selene y esperar que, bañado en sus rayos, pase el tiempo.
Son tantas la veces que mi alma ha pasado por esto, que apenas le sorprende.
Libraré batallas en compañía de los míos, pero no quiero verte por mucho tiempo. Por eso te rechazo. Reniego de ti. Vete y dejame estar a solas. Si he de surcar los mares de la vida sin más tripulacion que mi ser, tampoco quiero que estés en mi barco. No eres bienvenida.

Adiós.